En el sector de la medicina, como en el resto de sectores, a veces se cometen errores o no se actúa con la diligencia, pericia y velocidad suficiente. En nuestro despacho buscamos reparar los posibles daños ocasionados al paciente sin por ello perseguir o demonizar a los profesionales sanitarios, a los cuales respetamos profundamente.

Existen diversas formas en las que la actuación médica puede ocasionar un daño que el paciente no tiene obligación de soportar, algunas de las más comunes y con las que uno puede encontrarse son:

 

  1. Impericia.Nos referimos a aquellos casos en los que el/la profesional cuenta con escaso conocimiento o habilidad para valorar los síntomas y, en consecuencia, realizar el diagnóstico adecuado. Se puede manifestar también cuando el/la profesional no tiene la formación suficiente para realizar algún tipo de intervención diagnóstica o terapéutica.

Un ejemplo sería el caso de un cirujano que nunca ha realizado cierto tipo de operación para la cual desconoce el procedimiento y aun así decide operar.

 

  1. ImprudenciaNo se suele dar tanto, pero puede pasar que el/la profesional actúe de forma temeraria o con exceso de confianza no dando importancia al cuadro clínico del paciente. En ocasiones también se refiere aquellas actuaciones médicas sin suficientes medidas preventivas como consecuencia de interpretar que no existirán complicaciones.

Un ejemplo de ello sería que el profesional no se desinfectase las manos para una intervención quirúrgica, pues considera que es “rutinaria y fácil”, y que luego el paciente tenga una infección derivada de esa mala higiene y previsión.

 

  1. Prescripción inadecuada de medicamentos.Este si es un caso más común, en el que el profesional de la medicina receta medicamentos que no son los apropiados para la enfermedad o incluso contraindicados para el cuadro clínico.

Un ejemplo de ello sería la prescripción de un medicamento que aunque pueda ser eficaz contra un síntoma por el contrario sea muy perjudicial para otra situación del paciente, como un embarazo.

 

  1. Error/Tardanza en realizar un diagnóstico.Es habitual que en distintos centros de salud y hospitales tengan sistemas de triaje para poder valorar la gravedad de las urgencias de los pacientes. Sin embargo, a veces el error, la prioridad o la tardanza en diagnosticar una enfermedad pueden suponer una pérdida de tiempo vital para realizar el tratamiento adecuado, y con ello afectar gravemente a la posible curación del paciente. En ocasiones, inclusive, hay una pérdida de oportunidad, no siendo viable la aplicación de un tratamiento que con anterioridad hubiera surtido efecto.

Un ejemplo de ello sería cuando en un primer momento en urgencias diagnostican mal tus síntomas, quedándote en la sala de espera durante horas a la espera de tratamiento provocando finalmente unos daños que, de haberse detectado a tiempo tu situación nunca hubieran sucedido.

  1. Falta de consentimiento informado y/u Omisión de información al paciente. Si bien puede parecer un asunto menor, que a menudo no se le dedica el tiempo suficiente es crucial que el paciente haya sido informado debidamente del procedimiento que va a seguir, los riesgos que ello conlleva y las posibles alternativas para que, en su caso, dicha persona pueda escoger someterse o no al tratamiento o simplemente elegir otro. Es importante también para dar la oportunidad al paciente de tener una “segunda opinión” con otro/a profesional para valorar su caso.

Habitualmente se suele dar una hoja con esta información al paciente para que la lea y la firme, sin embargo esto no tiene por qué ser suficiente, debiendo el/la médico asegurarse de que el paciente ha entendido lo que va a suceder.

Un ejemplo de ello sería cuando debido a la confianza entre paciente y médico, éste último no le explica adecuadamente la intervención al enfermo, simplificando la situación en que “todo irá bien” y “es lo mejor para ti” sin que la persona realmente conozca los riesgos a los que se expone y las alternativas que pueda tener.

 

  1. No proveer de los medios técnicos y/o humanos para el diagnóstico y tratamiento del paciente. En ocasiones la actuación de los profesionales médicos es intachable, sin embargo y por desgracia carecen de medios suficientes para realizar el diagnóstico o directamente el tratamiento ya sea por escasez de recursos o por mala disposición de los mismos. Hoy en día, y por desgracia, esto se ve cada vez más en el sector público que ha sido constantemente mermado y recortado no siempre disponiendo de los recursos suficientes para una adecuada atención.

 

Un ejemplo de ello sería  que acudiera una ambulancia a una emergencia concreta y ya conocida con anterioridad sin los recursos suficientes para esa primera atención de urgencia, resultando insuficiente y fatal para el paciente.

 

7.- Infecciones hospitalarias, infecciones intrahospitalarias o nosocomiales. Nos referimos a aquel tipo de infecciones que se producen en el hospital/centro de salud o como consecuencia de haber estado allí. En este caso nos referimos a la inadecuada higiene y control sanitario no solo del espacio común donde se encuentren los/as pacientes y los/as trabajadores/as sino directamente en las medidas de seguridad en el uso y almacenaje de los materiales, distancias de seguridad y evacuación de desechos sanitarios.

Un ejemplo de ello sería el realizar una intervención quirúrgica a un paciente con los mismos utensilios que se acaban de usar en una intervención anterior sin la adecuada desinfección previa.