El mercado laboral en el que vivimos a menudo, y por desgracia, no se encuentra muy lejos de prácticas que recuerdan más a una época de esclavitud que a los tiempos actuales. Estos comportamientos de dominación a menudo se traducen en comportamientos sexistas y/o sexuales, discriminatorios, vejatorios, indignantes y en general que atacan a la integridad moral del trabajador.

Nuestra regulación, poco a poco, va poniéndose al día, protegiendo e indemnizando a aquellos trabajadores  que sufran agresiones verbales, intimidatorias, humillantes e incluso físicas, perpetradas a veces por superiores e incluso iguales dentro del trabajo.

No permitas comentarios discriminatorios –sean por el motivo que sean-, burlas, humillaciones, restricciones de tu ámbito privado y personal, que te perjudiquen para futuros empleos en otras empresas, que te cambien a realizar tareas inútiles y monótonas, que te usen para realizar tareas del ámbito privado de tus superiores y demás comportamientos que, a fin de cuentas, puedan afectar a tu autoestima y autodesarrollo personal y profesional.

Recuerda que el fin del acoso laboral o mobbing es hacer que te rindas y que renuncies a tu trabajo mediante prácticas humillantes, vejatorias e insultantes, que lo que pretenden es minarte hasta que ya no puedes más.

Sin embargo, frente a esos abusos tan horribles hay herramientas y alternativas que debes conocer para saber cómo afrontarlo y cómo reclamarlo, desde demandas para extinguir la relación laboral con derecho a indemnización, como demandas por vulneración de derechos fundamentales, etc.

Además hemos de hacer hincapié en que los datos muestran que, en el ámbito laboral, las mujeres siguen cobrando menos que los hombres ante los mismos trabajos, que siguen teniendo más presencia entre la población parada y son las que más vulneración de derechos fundamentales sufren.

Esto es más preocupante de lo que parece porque estos datos implican que también las mujeres cotizan menos y, por tanto, su protección social y prestaciones son más bajas.

Así mismo los trabajos feminizados relacionados con el cuidado como son los trabajos de empleadas de hogar, gerocultoras, educación infantil, etc. Son unos sectores azotados por la precariedad laboral, como ejemplo evidente, las empleadas de hogar tienen una regulación propia, precaria y con muchos menos derechos que cualquier otro trabajador/a, siendo, además, un trabajo realizado por mujeres, la mayoría inmigrantes y muchas de ellas sin papeles que se ven explotadas por sus empleadores, los cuales recurren a ellas para evitar pagar la seguridad social, lo que a su vez repercute muy negativamente en el resto de la sociedad.

Aun con toda esta realidad que debe cambiar, existen determinados derechos que protegen a las mujeres y que deben conocer dentro del ámbito, por ejemplo, de la protección frente al despido cuando están embarazadas, o a la protección durante la lactancia, maternidad, etc.

No dudes en informarte de tus derechos para tener herramientas para combatir la precariedad y la vulneración de tus derechos por razón de género.

Recuerda que no estás sol@.